Tuesday, September 30, 2014

Anónimo en la Ventana.

Tres fuertes truenos retumbaron en mi pecho. Como pude me enderecé, corrí lejos de la ventana. Todo pasó tan de prisa que no tuve tiempo ni de reaccionar. Irónicamente me encontraba ahí, mirando al infinito, desde la ventana; de pronto un ruido y después nada, salvo mi cuerpo escondiéndose en lo más profundo del clóset. Espero no me culpes por eso, pero de sobra sabes que no soy de los que salgan valientes ante la incertidumbre de un ruido cualquiera; como esos ruidos en las navidades, me chocan las navidades, pero más me chocan esos ruidos… lo peor es que los escucho cuando no estás conmigo, pues es de los pocas ocasiones en las que te decides a estar con “La familia” y me encuentro más solo que nunca. Odio las navidades, casi tanto como los eventos especiales; son los días en los que me paso las horas más sólo que nunca. Llegas, te vistes, te desvistes, te vuelves a vestir; así haces el ritual un par de veces hasta que te decides por algo y te maquillas, corres porque se te hace tarde y te vas. Mientras yo te admiro; admiro tu belleza imperfecta y tu singular sonrisa. Admiro que te rías sola y que platiques conmigo sin esperar respuesta alguna… si supieras cuántas cosas me gustaría contarte. Sin embargo no me molesta, sino todo lo contrario. Me agrada la idea de que salgas, ya que es poco cuando lo haces; pasas tanto tiempo aquí en casa que a veces me pregunto si no hay nada más divertido allá afuera. En especial los últimos años. 
Llevamos juntos ya varios años. Sé que en un principio tú no me querías. No tenías que decirlo, lo noté siempre en tu manera de ser conmigo y en verdad no es que me queje; siempre tuve comida, agua y un arenero limpio. Además yo nunca fui del tipo de los que se encimaran o estuvieran exigiendo cariño. Ya de que me tuvieras ahí estaba de sobra agradecido. No es que esperara ganarme tu afecto, la verdad siempre me tuvo sin cuidado, aunque creo que después de los años nos encariñamos el uno con el otro y terminamos tú y yo, aquí. Gente fue y vino, también los trabajos, los amores y luego nada. Todo se redujo a ti, a mí y a nuestra ventana en esos días que comenzaban y terminaban entre tus libros, tu café, tus colillas de cigarro y esa ventana que ha sido para nosotros un portal a la vida que hace mucho tiempo ya, dejó de interesarnos, ni sus días, ni siquiera una de sus noches. 
Esa noche, la noche de los truenos, fue un día muy particular. Tú prendiste el televisor por la tarde y te sentaste a ver el noticiero. Ya lo habías comentado conmigo, salir ya no era seguro ni para ti, ni para mí; lo cual para mí fue un comentario relativo, ya que siempre has hecho hincapié en lo inseguro que es para mí el mundo. Cerraste las cortinas y te sentaste a leer tu libro nuevo de Saramago, pero siempre al pendiente de la ventana, como si estuvieras esperando que algo o alguien llegara. Más de un par de veces traté de llamar tu atención, pues te notaba nerviosa, sin embargo no quise ser muy insistente. Mi insistencia me hizo notar al elefante de la portada de ese libro, mientras me advertía que me metería en problemas si acaso me acercaba, así que te dejé disfrutar de la lectura, hasta que llegó la noche; y con ella, la necesidad de levantarte a prender una luz, para proseguir a la tetera y calentar agua para el café, para tratar inútilmente de mantenerte despierta… ambos sabemos que eso no pasaría. Dormitaste en tu sillón favorito, junto a la ventana. Yo me senté a contemplar las estrellas, mientras ronroneaba. De pronto esos ruidos, de pronto nada. Quizá los truenos fueron apenas notorios para ti. Sin embargo para mí fueron tan estruendosos que aún los recuerdo conmigo, a veces siento que nunca se irán. Después de salir de lo profundo del clóset, fui hacia ti. Ahí estabas tú con tu belleza imperfecta y tu singular sonrisa, inerte, pálida. Traté de llamar tu atención, hice todo lo posible para que despertaras, para que te levantaras, pero todo fue en vano, no me mirabas, no te movías. Algo raro pasaba contigo, tu sillón favorito se mojaba todo, yo podía sentirlo. Tus ojos estaban abiertos, como cuando yo miro al infinito, sólo que no volvían como los míos y un fluido salía de tu cabeza, así como el agua de la bañera que tanto detesto. Luego nada. Sólo el sillón mojado. 
Tuve miedo. Me gusta tu atención y me agobio cuando no la tengo. Rasqué el sillón así como odias que lo haga, me acerqué y brinqué como cuando era un gatito pequeño en un intento desesperado porque me reprendieras, incluso me acerqué lentamente a mordisquear tu nariz, quizá te encontrabas en un sueño profundo y necesitabas que te despertara… pero eso nunca pasó. Al parecer esos truenos también rompieron nuestra ventana al mundo y lo dejaron entrar con ellos, dejando la puerta abierta a la malicia de la que tanto te escondías. Luego recordé las noticias del televisor, por la tarde; una movilización de gente, personas de negro armadas y disparando truenos… disparando mucho. Entonces me acordé de los ruidos de la calle y de la gente corriendo y de los coches y de las pistolas, esas que hacen que salgan los truenos. Luego recordé esos coches enormes, luego el ruido, luego nada. Tú nunca dejaste tu libro, disfrutaste tu café, tu cigarro y tus recuerdos y sin esperarlo duermes para no despertar jamás. Pasan los minutos, las horas y yo duermo y espero despertar de una horrible pesadilla en la que tú ya no estás… pero sigues aquí, sentada en el sillón que ahora ya no está mojado, sólo tiene una gran mancha. Regreso a mis tácticas anteriores para lograr capturar tu atención, sin éxito alguno. Tengo hambre. Tengo sed. Necesito un apapacho. Quisiera pensar que nada está pasando. Así vuelve a llegar otro día y luego otra noche, lo sé por la oscuridad en la ventana, pero a nadie le importa, nadie viene a visitarnos y nadie vendrá. Ya he perdido la noción del tiempo que hemos pasado aquí, solos. Con torpeza trato de limpiarte, hueles mal, pero mis intentos son inútiles y ciertamente, creo que hasta para mí es difícil mantenerme de pie. Me siento débil, se me acaban las ideas. De vez en cuando miro a la ventana y espero con ansias que alguien me note; quizá alguien pueda notar mi desesperación o mi soledad. Pero de nuevo todo es improductivo. Vuelvo hacia ti. 
Mi cuerpo se ha vuelto tan pequeño, mis uñas son débiles, ya no quiero rascar el mueble. Nadie se acerca a la casa, ni un amigo, ningún vecino. Nadie ha notado que no estás. Al parecer al final fui yo quien más te quiso y quien va a terminar contigo hasta el final. Ya queda poco tiempo, puedo sentirlo. Siento mucho sueño. Quizá lo que más agradezco de esto es la oportunidad de haber vivido una vida tranquila y feliz a tu lado o el sillón y la ventana, no lo sé, dormiré aquí a tu lado mientras lo pienso.

Thursday, August 28, 2014

Carta de un simple zurdo al resto del mundo.

Desde muy pequeña he tenido que enfrentar muchos retos. Uno de los más difíciles y constantes ha sido ser zurda. Obviamente para la mayoría de los que lean esto (ya que obvio, son diestros) esta distorsión no representa mayor problema, pero los zurdos que andan por ahí entenderán de lo que hablo. Empezó mi frustración en la escuela de monjas en la que empecé mi educación básica. Al parecer de ellas, el ser zurdo no era bien visto a los ojos de Dios. La madre “Lolita” (QEPD si su alma se lopermite) me hizo la vida imposible a mis cortos 6 años de edad, pues sus palabras hicieron eco en mi pequeña cabeza por un buen rato, obviamente sin que yo hiciera gran alboroto al respecto, pues hasta a mi mamá me apenaba decirle que mi mano era “mala”. Más de un dibujito levantó de mi pupitre “derecho”,hizo bolita y tiró a la basura, argumentando que “estaba mal”, porque lo había hecho con la mano izquierda, la cual me prohibía utilizar porque era “deldiablo”. Pasé noches interminables dormida al lado de mis cuadernos, pues meflagelaba absurdamente intentando escribir con la mano derecha… nunca lo logré,es más, mi mano derecha me sirve como un apoyo, como una acompañante silenciosade mis locuras y para mover el “mouse” de la computadora nada más. Lo peor fueque nunca recibí un asesoramiento para zurdos; por ejemplo, mi libreta la tomo derechay al final mancho todo, de modo que, banalidades como comprar plumitas decolores, algunas veces es algo frustrante. Ahora pasemos a cosas de uso básico como:usar un abrelatas (uno de mis grandes martirios), usar las tijeras o una simplelibreta de espiral, ya no digamos una carpeta o una regla “T” en dibujo técnico… hasta manejar está diseñado para diestros! O los relojes, no importaen qué mano te los pongas, las manecillas se tienen que cambiar con la manoderecha. De niña quise aprender a tocar el violín, no lo dejé por ser zurda,tenía una maestra alcohólica que al final no me enseñó más allá de la canciónde la estrellita. Las reglas sonpara derechos, también los cuters y los exactos, los sacapuntas y los pupitresen las escuelas, el “Mouse” para las computadoras y hasta los dibujitos en lastazas para café. Aún recuerdo mis tiempos de secundaria y cómo sufrí con los compases al hacer circulitos… ya mejor ni les hablo del baile. Aunque parezca esto una queja, en verdad es más un grito de guerra! Porque aún con todo y tener el mundo en nuestra contra,hemos nacido para ser triunfadores. Si bien dicen que “lo que no te destruye,te hace más fuerte” los zurdos nos hemos abierto camino por el mundo, luchandocontra la corriente sin siquiera saberlo, eso es un motivo más para sentirse orgullosos de nosotros mismos. Nosotros los zurdos no usamos sólo la otramano, usamos todo un hemisferio del cerebro diferente del que el resto de lagente utiliza, lo cual nos hace ser mayormente zurdos de todo el resto delcuerpo y de la mente, no me quiero meter en aspectos científicos, pero por sucuenta pueden investigar la maravillosa manera en la que funciona nuestrocerebro. Algunos son ambidiestros por técnica, pero nunca por definición…respecto a vivir la vida de zurdo, yo les puedo decir que superé mis traumas ymi mano izquierda es más fuerte y feroz que nunca! He aprendido a vivir enarmonía con mi dislexia y créanlo o no, soy escritora, actriz y bailarina!quizá no la mejor y quizá las cosas me cuestan un poco más, pero no lo hagotaaaan mal. La verdad, es un orgullo ser zurdo! Feliz día a todos mis amigos zurdos del mundo virtual!

Thursday, May 8, 2014

Jodido cáncer.

Algunas veces quisiera estar cerca de casa; abrazar a la gente que quiero, intercambiar una sonrisa, mientras aprieto sus manos entre las mías y les aseguro que todo estará bien. Todo va a estar bien. Mi vida hace un año… mi vida ahora. Es impresionante la cantidad de eventos que pasan en una temporada. Hoy en día, podría asegurar que la realidad ha superado mi propia ficción. Soy una sobreviviente. Le pueden dar las palmas a la tecnología, pues he aumentado el porcentaje positivo a una guerra que al menos en un gran promedio, todos eventualmente viviremos. La lucha contra el cáncer. De sobra está decir el pesar de vivir entre hospitales, medicamentos y exámenes con tardíos resultados. Mi mayor experiencia ha sido el conocerme vulnerable. Jamás había pasado tanto tiempo estando triste, melancólica, nostálgica, pero sobre todo sola; sola, sola; sola rodeada de tanta gente. Porque no importa lo que diga uno, ni qué tanto apoyo te brinden, al final, nadie termina de entender por lo que estás pasando y hasta llega un momento en el que sientes que cansas a la gente, tanto de tus fatigas físicas, como emocionales, a veces aunque no sea la verdad como la miras. Sin embargo quien ha pasado por lo que tú pasas lo entiende. Sin importar el lugar en el que esta maldición se incube o su amenaza; desde el momento en el que un médico te menciona la palabra “cáncer”, creas un vínculo con cualquier ser mortal que esté pasando por una situación como la tuya y por alguna extraña razón, eso nos hace fuertes. La palabra “guerrera” se vuelve habitual, pues la escuchas de todas las personas que cruzan por tu camino y te ven con esa mirada de lástima que solo tú entiendes... Yo sólo hago lo que el doctor me dice, si se va o no a estar bien es cosa del destino y las circunstancias. Guerrera! Pero yo no pedí luchar. Yo no soy una guerrera. Los ascos, pero sobre todo esa sensación de recordar lo delicioso que era comer; nunca vuelves a disfrutar comer, de la misma manera en la que lo hacías antes de los tratamientos. Quizá por esa razón todos subimos de peso en cuanto tenemos oportunidad! Porque las banalidades de la vida, de alguna manera u otra se vuelven relativas: como estar a la moda o deshacerte de las tres docenas de diademas y moñitos que ya no podrás usar en un tiempo; sobre todo porque cada vez que te cruzas con alguno de ellos en tu sala o en algún cajón el sentimiento es por demás duro y doliente. Hace unas horas una persona a la que he querido mucho, perdió la ofensiva. Desafortunadamente al estar en “La lucha” estás conciente de que conocerás a muchas personas en “batalla”, otros “guerreros” que tampoco pidieron entrar en el juego. Algunos más, otros menos venturosos, lo cierto es que en este juego en el que nadie pidió jugar, uno sabe cuando va de gane, casi de la misma manera en la que uno entiende cuando ya no tiene armas y no le queda de otra más que dejar el tablero y descansar. Es tarde, mañana me espera otro día y muchas sonrisas que regalar. Pero al menos por un momento he querido honrar la vida de una persona que ya descansa de su lucha y que vamos a extrañar mucho. Y aprovechar para decirte, a ti que lees estas palabras, que disfrutes la vida, que la goces tanto como puedas; pero no lo tomes como palabras al viento. Cualquiera que viva sabiendo que somos tan frágiles, desearía en este momento tener los problemas que la gente común tiene y por los que se agobia. Los problemas nunca se van a acabar, cuando resuelvas unos, ya habrá otros tantos esperando a tu puerta, sin embargo las ganas de vivir y la oportunidad, eso es algo que tienes que valorar hasta el último respiro. Hoy doy gracias por estar aquí, de madrugada, escribiéndote estas palabras a ti. Pues el jodido cáncer no nos va a amargar la fiesta de la vida, nadie es dueño de su destino, pero sí de la manera en la que quiere vivirlo y yo hoy decreto que quiero ser feliz.

Tuesday, March 25, 2014

Querida rebanada de pastel de chocolate:

Estos tres días a tu lado me han provocado muchos sentimientos encontrados. Cuando te conocí eras un insulto a cualquier intención de pseudo-dieta que pudiera planear. Sin embargo, te di la oportunidad de tenerte entre mi tenedor. Nuestro primer altercado fue al aparentar amabilidad frente al profesor que me había invitado la cena; pidió probarte, mientras probaba mi cordialidad y mi humildad al compartirte, creo que salí bien librada, no perdí la cordura. Me he sentado a tu lado y te he disfrutado poco a poco y de manera muy lenta, cada vez que me siento a probar alimento alguno y dejo un espacio para ti. Tengo que admitir que entre más pequeño te vuelves, más es mi necesidad de disfrutarte en pequeñas, pequeñísimas porciones, pero hoy mi alma se siente devastada, pues sabe que tendrá que perderte. Escribo con profunda tristeza, sabiendo que he de dejarte ir. No espero hacerte sentir mal en estas últimas mordidas, sino todo lo contrario, has sido para mí, una de las experiencias más deliciosas de mis últimos postres; sin embargo no sé si algún día mi paladar podrá superar esas cuatro capas de chocolate amargo, sobre trufa de chocolate y decorado con hojas de chocolate, delicadamente esparcidas a tu alrededor. Has sido para mí, una grata compañía de sobre mesa y con esta carta te digo gracias por hacer mi vida más dulce… adiós. -S-