Thursday, May 8, 2014

Jodido cáncer.

Algunas veces quisiera estar cerca de casa; abrazar a la gente que quiero, intercambiar una sonrisa, mientras aprieto sus manos entre las mías y les aseguro que todo estará bien. Todo va a estar bien. Mi vida hace un año… mi vida ahora. Es impresionante la cantidad de eventos que pasan en una temporada. Hoy en día, podría asegurar que la realidad ha superado mi propia ficción. Soy una sobreviviente. Le pueden dar las palmas a la tecnología, pues he aumentado el porcentaje positivo a una guerra que al menos en un gran promedio, todos eventualmente viviremos. La lucha contra el cáncer. De sobra está decir el pesar de vivir entre hospitales, medicamentos y exámenes con tardíos resultados. Mi mayor experiencia ha sido el conocerme vulnerable. Jamás había pasado tanto tiempo estando triste, melancólica, nostálgica, pero sobre todo sola; sola, sola; sola rodeada de tanta gente. Porque no importa lo que diga uno, ni qué tanto apoyo te brinden, al final, nadie termina de entender por lo que estás pasando y hasta llega un momento en el que sientes que cansas a la gente, tanto de tus fatigas físicas, como emocionales, a veces aunque no sea la verdad como la miras. Sin embargo quien ha pasado por lo que tú pasas lo entiende. Sin importar el lugar en el que esta maldición se incube o su amenaza; desde el momento en el que un médico te menciona la palabra “cáncer”, creas un vínculo con cualquier ser mortal que esté pasando por una situación como la tuya y por alguna extraña razón, eso nos hace fuertes. La palabra “guerrera” se vuelve habitual, pues la escuchas de todas las personas que cruzan por tu camino y te ven con esa mirada de lástima que solo tú entiendes... Yo sólo hago lo que el doctor me dice, si se va o no a estar bien es cosa del destino y las circunstancias. Guerrera! Pero yo no pedí luchar. Yo no soy una guerrera. Los ascos, pero sobre todo esa sensación de recordar lo delicioso que era comer; nunca vuelves a disfrutar comer, de la misma manera en la que lo hacías antes de los tratamientos. Quizá por esa razón todos subimos de peso en cuanto tenemos oportunidad! Porque las banalidades de la vida, de alguna manera u otra se vuelven relativas: como estar a la moda o deshacerte de las tres docenas de diademas y moñitos que ya no podrás usar en un tiempo; sobre todo porque cada vez que te cruzas con alguno de ellos en tu sala o en algún cajón el sentimiento es por demás duro y doliente. Hace unas horas una persona a la que he querido mucho, perdió la ofensiva. Desafortunadamente al estar en “La lucha” estás conciente de que conocerás a muchas personas en “batalla”, otros “guerreros” que tampoco pidieron entrar en el juego. Algunos más, otros menos venturosos, lo cierto es que en este juego en el que nadie pidió jugar, uno sabe cuando va de gane, casi de la misma manera en la que uno entiende cuando ya no tiene armas y no le queda de otra más que dejar el tablero y descansar. Es tarde, mañana me espera otro día y muchas sonrisas que regalar. Pero al menos por un momento he querido honrar la vida de una persona que ya descansa de su lucha y que vamos a extrañar mucho. Y aprovechar para decirte, a ti que lees estas palabras, que disfrutes la vida, que la goces tanto como puedas; pero no lo tomes como palabras al viento. Cualquiera que viva sabiendo que somos tan frágiles, desearía en este momento tener los problemas que la gente común tiene y por los que se agobia. Los problemas nunca se van a acabar, cuando resuelvas unos, ya habrá otros tantos esperando a tu puerta, sin embargo las ganas de vivir y la oportunidad, eso es algo que tienes que valorar hasta el último respiro. Hoy doy gracias por estar aquí, de madrugada, escribiéndote estas palabras a ti. Pues el jodido cáncer no nos va a amargar la fiesta de la vida, nadie es dueño de su destino, pero sí de la manera en la que quiere vivirlo y yo hoy decreto que quiero ser feliz.

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