Antes
de comenzar nuestro capítulo en Perú, pasamos un par de días en la ciudad de
México. No dormí bien. Justo un día antes de nuestra partida, me informaron en
la escuelita donde he dado clases por siete años que no sería recontratada; la
verdad la noticia me tomó por sorpresa y me mantuvo todo el día en un estado
letárgico que he preferido evadir, quizá más tarde afronte la realidad, pero
por ahora me espera un mes de magia y aventura en un lugar mágico, Perú.
Hacer
la maleta en dos horas y partir de madrugada a la ciudad fronteriza de Reynosa
Tmps, para tomar el vuelo a la ciudad de México con mis amigas Amalia, Gladys y
Verónica fue todo un acontecimiento. Por principio correr por la frontera para
pedir un permiso de estadía en México (ironías burocráticas, pedir permiso para
permanecer un par de días en tu país). Llegar al aeropuerto como un zombie y
tomar un vuelo de casi dos horas, no fue lo más divertido. En fin… llegamos y
me esperaba mi tercer padre, mi tío Héctor con un cartel en una revista que
decía “Bienvenidas. Ánimo Silvia”, la verdad es que mi tío siempre está lleno
de detalles que me hacen la vida un poco más dulce y me dan fuerzas para seguir
adelante.
Llegamos
al departamento y nos alistamos para comenzar el itinerario que previamente nos
había mandado por correo (él es muy formal y organizado! Definitivamente una
característica que yo no he heredado). Nuestro primer encuentro con la ciudad
fue muy cansado; caminamos muchísimo, pero tuvimos la oportunidad de conocer el
paseo de la Reforma, el castillo de Chapultepec, el centro histórico y la
catedral. Todo eso en una tarde! Al final estábamos muertas de cansancio. Pero
eso no evitó que cenáramos un delicioso pozole típico mexicano.
Al día
siguiente desayunamos en la calle las quesadillas más deliciosas y tomamos el
turibús que nos llevó a Coyoacán, donde conocimos la casa de Frida Kahlo. Entre
muchas cosas que podría decir al respecto, creo que me hizo feliz el hecho de
ver todo lo que sufrió a lo largo de su vida y lo valiente que fue para recibir
los golpes de la vida, tengo que seguir su ejemplo. Después pasamos al mercado
de artesanías y comimos comida típica del lugar. Más tarde regresamos a casa y
por la noche fuimos a un bar de la Condesa con un primo, si me preguntan, lo
único triste del día fue que hubiera ley seca por las elecciones y no
pudiéramos divertirnos como es debido.
En
nuestro último día fuimos a Teotihuacán. Vimos las pirámides del sol, la luna y
pasamos un día muy energético, me recargué de energías positivas para el viaje.
Regresamos al departamento a ver un partido, no recuerdo quién jugó, no soy fan
de la copa América. Salimos a comer y nos agarró el aguacero, así que comimos
en un lugar de tortas, que resultaron deliciosas. Al final anduvimos dando
vueltas en las tiendas del “Word Trade Center” y finalmente volvimos a
organizar las maletas para salir con destino a Colombia, donde pasamos un día y
tuvimos la oportunidad de conocer el cerro más representativo de Colombia en
Bogotá, se llama Monserrate. Subimos por el funicular y regresamos en el tren.
Al final del día partimos a Lima, donde nos hospedamos en el hostal “Red Psico
Llama”, un lugar muy alternativo. Apenas nos instalamos y nos fueron a dar la
bienvenida Jim y Gladys, los guías en Perú, quienes nos dieron un minitour por
el centro de Miraflores, por último cenamos en la calle de las pizzas y me comí
una “causa de atún” (papa con atún y especias). Regresamos al hotel y dormimos
como bebés. Ha sido muy poco tiempo para la cantidad de actividades que hemos
hecho. Estamos agotadas, pero ha valido la pena.
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